viernes, 29 de mayo de 2009

Viernes, 19 de septiembre (5ª Parte)

Nota: Normalmente no haré 5ª parte, pero es que ayer no me dio tiempo a terminar la 4ª.

Acabé de comer, cogí mi plato y lo metí en el lavavajillas.
Subí a mi cuarto, pero me paré en las escaleras cuando oí a mi madre "susurrarle" algo a mi hermano (si lo pongo entre comillas porque a mi madre no se le da NADA bien susurrar):
-Chris, hijo, ¿a qué se refería tu hermana? ¿y por qué te ha mirado así?
-Ehh...bueno...no se a lo que se referiría...y además mamá ¿a ti que mas te da? eres una cotilla-dijo dando por zanjada la conversación.

Lo oí levantarse arrastrando la silla, dejó su plato de malos modos en la encimera y corrió hacia las escaleras.
Yo también corrí, porque si me veía espiándolo en las escaleras, no le iba a gustar.

Llegué a mi habitación, cerré la puerta y me tumbé en la cama como si no hubiera pasado nada. conocía bien a mi hermano y sabía que en unos instantes entraría en la habitación a lo bruto.

En efecto, segundos después apareció abriendo la puerta de golpe. Yo me hice la tonta como si no supiera nada.
-Se llama antes de entrar, ¿sabes?
-No te hagas la tonta, mamá casi se entera de que salgo con Cynthia por tu culpa.-dijo cabreado
-Ohh..fíjate la pena que me da.-dije mirándome las uñas con aburrimiento.
-Mira bonita, deja de meterte en mi vida, ¿vale? Y no le digas NADA a mamá ¿lo pillas?- salió de la habitación, pero cuando ya iba a cerrar la puerta le dije:
-¿Como que te saltas las clases, por ejemplo?
Él se paró en seco y se acercó a mi lenta y amenazadora mente.
-Mira, Blanca, le dices algo de eso a mamá y me encargaré de echarte los años que te quedan en el instituto por tierra, y creeme, no es fácil ir así todos los días a clase.
Dicho esto, se fue dando un portazo.

Yo me quedé tirada en la cama, resignándome. Por dentro me comían las ganas de decírselo a mi madre, no lo de que se saltaba las clases, sino que salía con Cynthia. Era lo que más me dolía.

Al rato, sonó´el timbre y mi madre me mandó que bajara. Era Sonia.
subimos a mi habitación y le conté todo lo que me había dicho Crhistian. Ella se quedó con la boca abierta, pero me aconsejó que no me chivara. No lo haría, no sería capaz, pero era lo que mas me apetecía en el mundo.